Las viviendas bioclimáticas están diseñadas para mostrarse altamente eficientes en el apartado energético y sacar partido de las condiciones climáticas. Hay muchas fórmulas para incluir esta filosofía en el diseño de la vivienda, y algunas de ellas son especialmente cómodas de instalar.
Ese es el caso de los pozos canadienses, o provenzales, que son sistemas que permiten introducir aire pretratado (más cálido o fresco que el del exterior) a la vivienda aprovechando la energía geotérmica de las superficies más someras del suelo, que calienta o enfría el aire que circula por un conducto enterrado.
¿Cómo funcionan los pozos canadienses?
Entre 1,5 y 2 metros de profundidad, la temperatura de la Tierra se mantiene constante entre los 18 y los 24 grados. Los pozos canadienses aprovechan la inercia térmica del terreno y esa temperatura estable para hacer pasar una corriente de aire por la zona durante suficiente tiempo para posteriormente impulsarla a la vivienda.
El sistema solo funciona si los tubos tienen una determinada longitud: largos y con poco caudal. El material de fabricación también es importante, ha de ser conductor. Otro punto relevante es el tipo de terreno donde se sitúa la vivienda. El aire en los pozos canadienses se mueve con un ventilador, el único elemento que aumenta el consumo energético de la vivienda.
Los pozos canadienses son, en muchas ocasiones, sistemas insuficientes por sí solos para ofrecer una buena sensación de confort térmico, pero para conseguirlo se pueden instalar también recuperadores de calor. En ese caso no sería necesario un ventilador, pues el propio recuperador es el que aporta el aire necesario. Los conductos encerrados cuentan con una pendiente que oscila entre el 2 y el 3%. Esto es así porque de lo contrario se pueden producir condensaciones y que no se evacúe correctamente el agua. Esta agua sobrante puede verterse en un pequeño pozo o arqueta y es reutilizable.